A quién y a quién no va dirigida esta obra.
En principio, este libro va dirigido a cualquier persona. Tal y como se señalará en este ensayo, el ciberactivismo (y por ende lo que en esta obra se definen como acciones micropolíticas) tiene unos fines que pueden ir, por ejemplo, desde la exigencia de la implantación de pasos cebras para evitar los peligros de un cruce de peatones al rechazo de la política estatal de viviendas. Así pues, se dirige a toda persona que esté interesada en el uso de la web como herramienta para un ejercicio público de sus derechos.
A quien no se dirige esta obra es a quienes pretendan un curso de comunicación en línea, de gestor de comunidades de redes sociales (community manager) o a quienes pretendan la mejora de sistemas de marketing. Se parte de que la comunicación mediática no es un fin en sí mismo, sino que es una circunstancia que en estos casos puede o no producirse. Es más, la notoriedad mediática por sí misma puede incluso ser contraproducente ya que hay actividades que han de hacerse con la menor notoriedad posible. Un ejemplo histórico lo tendríamos en la Resistencia Francesa, donde hubiera sido un suicidio querer salir en los medios de comunicación atribuyéndose los atentados. No se trata tampoco de proponer la realización de actividades en la sombra, sino de reivindicar que lo más importante no es lo más notorio y que lo que ha de guiar el tiempo dedicado a acciones ciberactivistas es la búsqueda de la eficacia y no de lo mediático.
La “Demanda contra el canon” llevó a comprobar, en sus aspectos prácticos, que la búsqueda de lo mediático no siempre es lo más adecuado. Si en el periodismo de papel la portada del periódico de hoy sirve para envolver el pescado de mañana, en el periodismo digital cada bit de hoy será sepultado mañana por una corriente de millones de terabytes cuya única importancia será la de su consumo acrítico, haciendo creer que si una persona no se sumerge en el caudal no estará informados y, por tanto, será peor profesional o, incluso, peor persona. El ciberactivismo demostró, entre muchas otras cuestiones, que no debe caerse en la hoguera de las vanidades ya que ser objeto de noticia muchas veces para lo único que vale es para hacerle el trabajo de relleno gratis a unos apresurados periodistas, con el consiguiente empleo de un tiempo que podría destinarse a mejorar la acción de la web, cayendo luego en el irremediable olvido: ¿quién se acuerda hoy de una noticia de hace un mes? El mundo hay que aprehenderlo dialogando con los textos de los pensadores y no con las noticias de los medios de comunicación. No es que éstas últimas no sean importantes, es que sirven para otras cosas como, por ejemplo, para saber cómo ciertos sectores construyen los discursos con los que quieren gobernar el mundo.
En resumen: esta obra va dirigida a todas las personas que, ante una situación en la que aprecian una injusticia, se preguntan honestamente si cabe una reparación, se plantean sin veleidades mediáticas un camino de estudio del problema como mecanismo para intentar cambiar las cosas y se ponen manos a la obra. En definitiva, se trata de aplicar en un entorno público las tres preguntas kantianas: ¿qué puedo conocer? ¿cómo debo comportarme? ¿qué debo esperar? Como podemos intuir, si bien la tecnología puede ser novedosa, los problemas son los de siempre.